Sentido de unidad y autonomía: otras razones de Ñuble para ser región

 

El actual sistema de regionalización no ha dado resultados, y eso es algo que nadie niega. Recién el 2016 se logró dar un importante paso al aprobar la elección directa de intendentes, que junto con la ley de traspaso de competencias, permitirán avanzar hacia el empoderamiento de la regiones.

Pero Ñuble va más allá. Tras 20 años de lucha, surgida desde la ciudadanía, este 2017 debiera aprobarse el proyecto que crea la nueva región, pese a críticas y reclamos de última hora desde Concepción, provenientes de un grupo de empresarios que cuestiona, entre otros puntos, el costo de la iniciativa ($19 mil millones anuales, monto bastante inferior a los $33 mil millones que costó el estadio Ester Roa; los $27 mil millones en que va el puente Cau Cau, o los más de $120 mil millones anuales que el Estado debe aportar al Transantiago); y la excesiva burocracia que se generará, minimizando los aspectos positivos de poder focalizar los recursos de mejor manera en un territorio más pequeño y homogéneo.

Pero más allá de los números (que en el caso de Los Ríos y Arica son elocuentes en cuanto a aumento de recursos para ambas zonas desde que se convirtieron en regiones); historiadores y personeros ligados al tema de la descentralización se han referido al sustento histórico e identitario que tiene la creación de la Región de Ñuble.

“La actual división político administrativa sufre de un pecado de origen, no consideró una gran tradición de construcción de poder provincial desde 1925. No se le preguntó a ninguna provincia si estaba dispuesta a fusionarse con otra, y por tanto, eso explica que Valdivia se haya convertido en Región, que Arica lo sea y que surjan aspiraciones en Ñuble, Malleco, El Loa, San Antonio y Aconcagua. Pero acá es donde más ha pujado esto”, sostuvo Esteban Valenzuela, ex presidente de la comisión Asesora Presidencial para la Descentralización y Desarrollo Regional.

Heinrich von Baer, vice presidente de la misma comisión, y actual presidente de la Fundación Chile Descentralizado, unió la creación de la Región de Ñuble, a la futura elección de intendentes, hecho este último que le daría mayor sustento a la nueva unidad administrativa.

“El solo hecho de crear una nueva región no es descentralización, porque descentralización es traspaso de poder real, de recursos, competencias para transformarlas en más y mejores oportunidades de desarrollo. Por lo tanto, no basta con ser eventualmente nueva región, sino que depende de cuál es el modelo de gestión pública articuladora”.

En ese sentido, admitió, “obviamente la elección popular de los intendentes contribuirá a ello. La futura figura de presidentes regionales o de Ejecutivo Regional, es la madre de todas las batallas de descentralización. La experiencia internacional comparada demuestra que mientras no haya descentralización política real, ni traspaso de poder efectivo, de decisión autónoma a los gobiernos regionales, y los intendentes sigan siendo designados, las demás definiciones de la descentralización, la administrativa, fiscal, económica, etc., no se desencadenan”.

Coherencia Geográfica, Cultural e Histórica

Desde el ámbito de la Historia, dos premios nacionales han defendido la necesidad de crear la Región de Ñuble basándose en aspectos identitarios.

“Que Ñuble sea región es una reivindicación para esta zona, que tiene una coherencia geográfica, coherencia cultural e histórica, porque no es exactamente la zona de La Araucanía, sino es más bien la zona del pueblo mestizo. Aquí se dio la concentración del pueblo mestizo, en la zona del bandolerismo social, de las famosas longanizas de Chillán. Es un territorio que tiene unidad desde mucho tiempo atrás, en la medida que acá abundaron la pequeña y mediana propiedad autónoma de tipo campesina, lo que determinó un sentido de autonomía que aún se mantiene, y que justifica plenamente la creación de una nueva región”, sostuvo Gabriel Salazar, para quien, “lo que los diferencia del área metropolitana Concepción-Talcahuano es que ésta constituyó una conurbación que de alguna manera se siente más metropolitana y compitiendo en mayor grado con Santiago, lo que la ha alejado de la zona más ruralizada de Ñuble”.

Respecto de los requisitos para ser o no región, y la postura en contra que han manifestado algunos políticos, como el ex Presidente Ricardo Lagos -quien es partidario de las macro regiones-, según Salazar “más importante que tradiciones históricas o especificidades geográficas, es ver dónde y cómo se constituyen las comunidades ciudadanas y de pobladores que deciden soberanamente definir su territorio, su área de operación y su poder; cómo las nuevas comunidades se constituyen para ejercer un poder soberano sobre su territorio. Existe un problema, las comunidades puramente urbanísticas, más si son grandes, no logran desarrollar una unidad que se base en lo económico, en lo geográfico, en la naturaleza. Ése puede ser el problema de Concepción, que no es el de Ñuble. A ellos les falta territorio, naturaleza. El principio articulador no es una mirada geopolítica que viene del Ejército, o la mentalidad de Ricardo Lagos”, concluyó Gabriel Salazar.

Jorge Pinto, también Premio Nacional de Historia, se refirió además a las diferencias entre Ñuble y Concepción.

“A mi juicio, el principal problema que ha tenido siempre Chillán, es que ha sido absorbida por Concepción, entonces, a la larga, la región termina siendo Concepción, y como apéndice queda Chillán y toda una zona que tuvo un desarrollo muy espectacular desde la colonia, la llamada, por Marco Aurelio Reyes, perifrontera”, manifestó.

Pinto agregó que al ser la Región de Ñuble una demanda que nace de la ciudadanía, “se reafirman procesos de desarrollo que pueden ser útiles para la zona. Se le restituye, además, la condición histórica que siempre tuvo. Chillán y Ñuble contribuyeron desde sus inicios al desarrollo del país, y su identidad corrobora esto: su literatura, artesanía, artistas y personajes históricos”, sentenció.