Es un discurso ya internalizado en la comunidad local el hecho que el motor económico de la futura Región de Ñuble será la industria agroalimentaria y forestal, proyección que se sustenta en la realidad actual, donde estos sectores se caracterizan principalmente por la explotación de materias primas. Sin embargo, este desarrollo será sustentable en la medida que exista una agregación de valor, objetivo para el cual es y será clave el trabajo en materia de investigación científica que se está realizando.
En ese contexto, no son pocos los que destacan el rol de los centros de investigación presentes en la provincia, con una masa crítica de profesionales que han permitido posicionar a la zona como un referente en materia de investigación en el ámbito agroalimentario.
La Universidad de Concepción, la Universidad del Bío-Bío y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) tienen una trayectoria al respecto y sus directivos coinciden en el relevante aporte al conocimiento que vienen realizando, en sintonía con los objetivos de desarrollo de la futura región.
Universidad de Concepción
Carlos González, vicerrector de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción, afirmó que “si estandarizáramos por número de habitantes, la investigación científica en la Provincia de Ñuble, cuantificada en términos de proyectos de investigación básica y aplicada, y publicaciones científicas, claramente se encontraría sobre la media nacional”.
Añadió que “este nivel de producción científica se debe a que, fundamentalmente en la ciudad de Chillán existe una importante masa crítica de científicos, especialmente del área agroindustrial”.
Expuso que “claramente, la investigación científica desarrollada en la zona está focalizada a resolver problemas relevantes de su territorio, especialmente en lo referido a la agroindustria. Para que este territorio pueda transformarse en una potencia en esta materia, es fundamental que los científicos y técnicos continúen desarrollando esta área. Como por ejemplo, en el ámbito de la agricultura de precisión y en el mejoramiento genético de las espacies cultivadas”.
Dentro del gran número de proyectos que se ejecutan actualmente en el campus Chillán de la UdeC, González destacó que se creó un Centro Fondap, el Crhiam (Centro de recursos hídricos para la agricultura y la minería), “que concentra el esfuerzo de investigadores nacionales e internacionales de diversas instituciones, orientados al estudio de este elemento vital para mantener la vida en la Tierra, cuya disponibilidad, en términos de agua dulce, es limitada”.
Sin embargo, advirtió que el principal problema que enfrenta la investigación científica es el acceso a financiamiento: “en este momento, el tema más crítico son los recursos de origen público y privado destinados a la investigación, y que permitirían al capital humano que ya se dispone lograr importantes avances e impactar significativamente en la sociedad”.
En esa línea, comentó que “en general, se ven esfuerzos incipientes de apoyo a las ciencias en el sector privado, pero aún son insuficientes. Hasta ahora, gran parte del financiamiento ha sido soportado por fuentes estatales, especialmente de Conicyt y Corfo, además de fondos de desarrollo regional”.
Inia
Javier Chilian, subdirector regional de Investigación y Desarrollo de INIA Quilamapu, subrayó que “Ñuble tiene un capital humano instalado de alta capacidad en lo que se refiere al desarrollo de la ciencia; hay centros universitarios de excelencia; además, existe una articulación creciente entre las instituciones del agro que apuntan a desarrollar productos científicos de calidad que atiendan a las necesidades del territorio”.
Explicó que “en cada región del país, INIA trabaja en los rubros prioritarios del territorio. En Ñuble, por ejemplo, destacan las investigaciones de trigo y arroz, donde además, el centro neurálgico de la investigación nacional de estos cultivos tiene cabecera en Chillán; en Quilamapu también se desarrolla la investigación que busca producir la primera variedad de manzana nacional, y el Banco de Recursos Genéticos Microbianos, donde reside la colección chilena de recursos genéticos microbianos”.
Chilian comentó, además, que “INIA hace investigación que responde a los requerimientos del sector agroalimentario y eso se traduce en el propio modelo de INIA, de ser capaces de generar una respuesta a la demanda del medio, que se logra a través de la articulación con los servicios agrícolas, el Gobierno Regional y la empresa, así como los productores. Actualmente, gran parte de la investigación se hace con productores que actúan como asociados o son demandantes de transferencia tecnológica para mejorar su desempeño”.
Asimismo, destacó el trabajo que se realiza con el sector privado: “el INIA trabaja mancomunadamente con los productores y las empresas, como ocurre en el rubro arrocero, donde existe el encadenamiento entre INIA y las empresas molineras, Indap, Fundación Chile y empresas químicas, entre otras. Este es un ejemplo de encadenamiento virtuoso, ya que se trabaja en investigación demandada por la industria, para ser transferida a los productores, que de esta forma, pueden mejorar sus cultivos y por ende, sus ingresos”.
Universidad del Bío-Bío
Mario Ramos, director general de Investigación, Desarrollo e Innovación de la UBB, fue enfático en destacar el nivel en que se encuentra Ñuble: “en la Universidad del Bío-Bío tenemos un muy buen nivel de desarrollo en investigación, principalmente vinculado al tema agroalimentario, tenemos un grupo importante de investigadores, desde distintas miradas, así como también vinculado a las ciencias básicas, muy competitivo a nivel nacional”.
Afirmó que en Ñuble está el gran núcleo de alimentos, en concordancia con los objetivos de desarrollo del territorio, “es el núcleo más importante de la región en materia de alimentos, muy por sobre el nivel de otras regiones, solo comparable con Santiago, particularmente con la Universidad Católica y la Universidad de Chile”.
Asimismo, coincidió con González en que el principal obstáculo sigue siendo el acceso a financiamiento: “se hace poca inversión en investigación, tanto de parte del Estado como del sector privado, aunque el primer responsable es el Estado, porque en todos los países del mundo que han desarrollado su investigación, el desarrollo posterior nace con la inversión pública, porque se trata de capitales de riesgo que se requieren para impulsar un conocimiento, donde al principio no hay interesados privados, el privado va a venir cuando ese conocimiento sea aplicable”.
De igual forma, afirmó que el interés privado en Chile y en Ñuble sigue siendo incipiente, con un aporte que no supera el 30% del total en investigación y desarrollo, lo que calificó como muy bajo, en comparación con lo que ocurre en los países de la OCDE, donde la cifra llega al 70%, “aunque es interesante la incorporación de los privados en la política de clusters y programas estratégicos”.
Es por ello que Ramos planteó que “se requiere una política de Estado que trascienda los gobiernos, eso lo hemos dicho siempre, y se requiere, sobre todo, una institucionalidad que coordine los distintos esfuerzos sectoriales desde el Estado. Nosotros, como universidades del Consejo de Rectores, propusimos un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación”.