En un contexto político nacional a ratos bastante crispado, donde oficialismo y oposición exhiben más diferencias que acuerdos, el amplio apoyo que la creación de la Región del Ñuble concita entre nuestros representantes en la Cámara Alta es un factor que ha potenciado el proyecto y su socialización en Santiago y Valparaíso y que hace prever que ejercerán, durante la tramitación del proyecto de ley, una positiva influencia entre sus pares en el Congreso para sacar adelante esta iniciativa.
Felipe Harboe (Partido por la Democracia)
Fundado en los estudios realizados durante la anterior administración, el Gobierno de la presidenta Bachelet no vaciló un instante y llevó adelante su compromiso de transformar los sueños y los estudios en un proyecto de ley que deberemos debatir en el Congreso.
Mientras, insistiré en la necesidad de iniciar prontamente un proceso de discusión sobre el futuro de la Región del Ñuble. Debemos ser capaces de definir hacia dónde vamos y cómo pretendemos llegar.
Debemos iniciar una reflexión sobre las virtudes de nuestro territorio y las consecuencias positivas que puede implicar una alianza territorial de 21 municipios.
Debemos concentrar los esfuerzos en lo que nos une. El ánimo de mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes y potenciar las riquezas naturales de cada localidad.
Si queremos que el sueño de la región de Ñuble sea un sueño ciudadano y no una mera expectativa cupular, dirigencial o política, debemos ser capaces de explicar al ciudadano del barrio más pobre de la urbe o del habitante de la localidad más aislada de la futura región, las virtudes del proyecto y de cómo éste debiera transformar para mejor su calidad de vida o la de sus hijo(a)s.
En este debate–reflexión-acción no sobra nadie. Se requiere sumar esfuerzos y miradas. Legisladores actuales y pasados, académicos de ayer y de hoy, intelectuales de toda época, emprendedores que han aportado al desarrollo de la región; representantes de las diversas visiones valóricas, dirigentes vecinales, mundo de la cultura, estudiantes y representantes de sectores rurales y aislados.
En fin, se requiere desde ya organizar a la “selección de Ñuble” que sea capaz -desde su diversidad natural integrarse al desarrollo de una mirada conjunta de mediano y largo plazo que proyecte al territorio más allá del gobierno de turno, con una mirada de desarrollo sostenible y sustentable cultural, económica, ambiental y territorialmente para los próximos 20 ó 30 años.
Al respecto, me permito citar al gran Churchill cuando nos recordaba que “la diferencia entre un político y un estadista es que mientras el primero sólo piensa en las próximas elecciones, el segundo es capaz de pensar en las próximas generaciones”.
Jacqueline Van Rysselberghe (Unión Demócrata Independiente)
La creación de la Región de Ñuble es un sueño que durante los últimos años ha dado pasos agigantados para ser una realidad.
Han sido muchas las personas, instituciones y organismos públicos a los cuales hay que agradecer su apoyo y ayuda en este largo proceso de crear conciencia y aunar voluntades para concretar la idea de la Región del Ñuble.
Creo que esta es la oportunidad para expresarles nuestra gratitud. Sin embargo, debemos poner atención en ciertos aspectos que debemos dejar claros desde el principio, para evitar que el nacimiento de esta nueva región venga acompañada de conflictos y problemas que generen división y peleas estériles entre los habitantes de Ñuble.
En primer lugar, está la regionalización del mar. Al crear la Región de Ñuble, también se crearía una nueva zona marítima de pesca, lo cual generará un problema con los pescadores artesanales de la costa de la Octava Región, desde Tomé hasta Lebu, que por generaciones han mantenido sus caladeros históricos en lo que será la nueva región marítima.
También debemos acordar lo que sucederá con las comunas de Cabrero y Yumbel, las cuales pertenecen administrativamente a la Provincia de Bio Bio y cuyas autoridades han manifestado públicamente que no desean pertenecer a la nueva Región.
Es necesario escuchar sus argumentos y buscar posibles soluciones, porque lo que no podemos hacer, es obligar a un grupo de chilenos a ser parte de algo que no quieren.
Finalmente, están las capitales provinciales, que es un debate que tenemos que generar de manera interna para llegar con una propuesta clara y única al Parlamento y evitar que, ante la ausencia del consenso necesario, esta decisión termine siendo tomada por parlamentarios de otras regiones, que no conocen la realidad de Ñuble.
Estos puntos, así como otros que aún están en la incógnita, deberán ser parte de la discusión parlamentaria del proyecto de ley que creará la Región del Ñuble y que, espero, podamos comenzar a revisarlo lo antes posible en Valparaíso.
Por eso los invito a comenzar a discutir estos temas y tener en el más breve plazo una respuesta clara, firme y unánime para cada una de ellas. No vaya a ser cosa que se cumple el refrán y que “en la puerta del horno se nos queme el pan”.
Alejandro Navarro (Movimiento Amplio Social)
Históricamente la creación de comunas y regiones ha respondido a la existencia de identidades locales expresadas en sociedades locales, esto es grupos humanos que además de compartir un territorio, comparten y crean cultura, valores, ideas y aspiraciones comunes. Esto, claro es, requiere de un modelo económico que dé sustentabilidad y viabilidad a las actividades productivas de bienes y servicios, además de la necesaria autonomía administrativa en la gestión del aparato público. Entonces, la pregunta es: ¿Ñuble constituye una sociedad con identidad local? ¿Posee un modelo económico? ¿Tiene la necesaria autonomía estatal?
Cierta y claramente las veintiún comunas conforman una sociedad local, han construido una sólida identidad común que les representa, une y caracteriza. No obstante durante décadas hemos estado al debe en los otros aspectos, lo que es una justificación y oportunidad para entregar a Ñuble la responsabilidad de hacerse cargo de su desarrollo y crecimiento. Esto implica un modelo que de cuenta de la necesaria autonomía de gestión como respuesta al centralismo agobiante desde donde se ha construido Chile y desde donde también se ha consolidado la desigualdad entre personas, sectores, comunas y regiones.
El proceso ha sido largo y todo indica que en este año 2015 enfrentaremos el paso decisivo. Desde la institucionalidad pública existe un compromiso real por parte del gobierno y de la Presidenta Michelle Bachelet; existe un consenso casi unánime entre los parlamentarios de la actual Región del Bio Bio; el Intendente y el Consejo Regional han entregado señales y declaraciones optimistas y favorables; la Gobernadora, alcaldes y concejos municipales han tenido una sola voz: Ñuble debe ser Región. Por otra parte, desde la ciudadanía crece la adhesión y aspiración canalizada por el Comité Ñuble Región, comités comunales, agrupaciones, cámaras de comercio, partidos políticos, colegios profesionales, universidades, entre otros, han manifestado su compromiso y apoyo.
Ahora, entonces, es necesaria más cohesión que nunca, unidad, respeto por cada rol y ponernos todos y todas a disposición de la iniciativa, particularmente para resolver ripios del camino o eventuales externalidades negativas que puedan promover acciones contrarias a la creación de la Región del Ñuble. Esto implica que la necesaria construcción de una estrategia de desarrollo para la nueva región, debe considerar el diálogo oportuno con otros actores e instituciones de la Región del Bio Bio.
Víctor Pérez (Unión Demócrata Independiente)
La separación con una región como la del Bio Bío, recargada con 54 comunas, posibilita una administración eficiente. Estamos entonces ante la posibilidad, en un escenario positivo, de contar con autoridades regionales conscientes de los problemas de la comunidad. La estrecha relación con ellos podría abrir paso a una reorientación de las estrategias en torno a la actividad agrícola y el desarrollo forestal, principales fuentes de ingreso de la actual provincia. Así y todo, el tránsito y la transformación no garantizan alcanzar los propósitos y el progreso requeridos, para ello debe existir un trabajo conjunto entre el gobierno, parlamentarios, sectores productivos y los representantes de todos los ámbitos que puedan aportar. En este sentido también será vital la destinación de mayores recursos y la probidad en su utilización, pues debe considerarse que el gasto de instalación y operación de una nueva región son significativos, pero no pueden alterar los plazos o estancar la iniciativa.
Esto porque los niveles de autonomía facilitarán la toma de decisiones, aunque el proceso será largo y su impacto en la gestión está por verse en varios años.
La creación de empleos, la formación educacional, la conectividad, la sequía y las dificultades de los centros de salud, principalmente el Hospital Herminda Martin de Chillán, son solo algunos de los aspectos que deben ser priorizados, pues han repercutido negativamente en la retención y atracción de talentos. La población mayor de Ñuble supera la media regional, los jóvenes tienden a emigrar, por lo que una primera y relevante tarea es generar atractivos requeridos para la fijación de población activa en el territorio.
En el éxito de aquello serán fundamentales las nuevas políticas y una estrategia general de desarrollo, nuevos inversionistas, industrias y grupos generadores de empleo, que permitan superar la pobreza, potenciar el turismo y mejorar la conectividad interna.
El derrotero debe apuntar a una evolución equitativa y es por ello que casos como las comunas de Coihueco, Coelemu, Trehuaco y San Nicolás, con altos niveles de pobreza deben ser revisados con atención para formular soluciones urgentes.
En definitiva, el proyecto de la Región del Ñuble significa el fin de un anhelo y el comienzo de una nueva etapa con mayores responsabilidades y desafíos que deben apuntar a la generación de proyectos de desarrollo que permitan recuperar el dinamismo de la zona y generar así nuevas oportunidades.